1. Organizar el tiempo
En el mercado laboral actual las personas suelen cumplir múltiples tareas, lo cual desconecta al trabajador con lo que venía ejecutando.
Por eso, es fundamental que organices el tiempo distinguiendo qué cosas son importantes y urgentes para realizarlas en la mañana, cuando la creatividad y productividad son mayores.
2. Pensar desde el cliente
Si trabajás en una empresa que comercializa productos o servicios, una forma de establecer qué tareas deben desarrollarse primero, es pensar desde las necesidades e intereses del cliente. Te dará una pauta sobre qué proyectos o responsabilidades tendrán el primer lugar de la lista, pues los clientes son la preocupación más profunda en este tipo de empresa.
3. Determinar la magnitud de los estresores
La clave es cómo reaccionás frente a los estresores, no cuáles son.
Es fundamental que respondas de manera objetiva, midiendo la amenaza real que representa una tarea o persona para adjudicarle un lugar en la lista de prioridades del día y evitar sentirse sobrecargado.
4. Practicar soluciones sobre situaciones hipotéticas
Preparate para el “qué pasaría si…”, buscando la manera de solucionar una posible problemática que puede afectar tu día de trabajo. Asegúrate de que todos los archivos digitales que utilizarás en la jornada estén en su lugar o que los documentos físicos estén ordenados, revisá tu agenda personal para repasar los horarios de reuniones y otras cuestiones a las que podés anticiparte. Cuantas más respuestas tengas en la manga, mayor será tu capacidad para enfrentar los desafíos diarios.
5. Escribir recordatorios
Los memorandos alivian la carga mental porque exteriorizás tus preocupaciones. Configurá recordatorios en tu celular, anotá citas o reuniones en tu agenda y buscá soluciones a problemas que pueden presentarse, escribiéndolos para volver a ellas cuando lo necesites.
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